J. R. SEGUÍ VALENCIA
La muerte en el mundo del espectáculo, o más concretamente en el de la música pop, es un buen negocio. Y si además, se produce de forma violenta o inesperada todavía es más rentable.
El ejemplo más próximo está apenas a un año vista. Arruinado, humillado, a punto de reaparecer para solventar su maltrecha economía, con su rancho hipotecado y su catálogo discográfico apenas valorado, la muerte del rey del pop a causa de una sobredosis de calmantes no sólo llenó páginas y páginas de diarios sino que volvió a colocar a la estrella en la cima del éxito y en la de ganancias económicas.
Sin ir más lejos, la revista Forbes elaboraba recientemente una lista de aquellas personalidades que, una vez fallecidas, continúan amasando grandes fortunas y, curiosamente, el número uno del ranking se lo llevaba Michael Jackson, cuya muerte generó tantos beneficios que saldó rápidamente su deuda de 400 millones de euros y dio otros doscientos de ganancias. Tras él, Elvis Presley y John Lennon, entre otros, figuraban en el ranking.
Jackson hizo ricos a sus herederos, con la venta de discos, el filme This is it o la reedición de toda su discografía, disco nuevo a la vista incluido. Pero Jackson, además, hizo también ricos a los propios promotores de los conciertos de reaparición que tuvieron que ser suspendidos por su muerte. Por suerte para ellos la gran mayoría de los asistentes previstos a los shows decidieron conservar la entrada como recuerdo y, por tanto, no reclamar la devolución de las libras de su coste.
«La muerte de Michael Jackson dejó claro lo que vale una persona cuando fallece», reconoció en su día David Reeder, vicepresidente de Corbis' GreenLight, la empresa que gestiona los derechos de Albert Einstein." border="0" alt=""/>

Aqui os dejo esta reflexion sobre el negocio
de la muerte.Exponente maximo de avaricia
y voracidad la "SONY"
ALEXA